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Doma, folklore y sabor local: qué comer y tomar en el Festival de Jesús María

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Comienza enero y la primera gran parada gastronómica se realiza a unas de las fiestas populares más importantes de la Argentina, el festival de Jesús María, a donde además de valientes jinetes y diversos artistas, existe una festividad paralela a donde se celebran los sabores regionales.

Es así que siempre en estas recorridas golosas encontramos desde panchos y papas fritas a sabores más típicos como el asado de vaca. Eso sí, todo este amplio abanico de comidas, habiendo nacido en la conformación de la Argentina o no, ya forman parte de nuestra cultura gastronómica.

¿Quién duda a esta altura de que tanto panchos como papa fritas son tan argentinos como las empanadas salteñas? Una recorrida por este tipo de fiestas lo confirma de nuevo, los argentinos somos parrilla dependientes pero también adoptamos muchos otros sabores a nuestro acervo.

La primera parada de este delicioso recorrido es en el Puesto Living Color, en la calle, detrás del escenario de la doma. Hay algo nos llama la atención y nos pone contentos. Aquí, con los fuegos artificiales encima, vemos por primera vez en el festival la oferta de salame de Colonia Caroya, algo que era rarísimo: uno de los mejores productos de la provincia estaba ausente en este festival que se realiza a la vuelta de la esquina.

Entonces, con el altoparlante y los fuegos sonando al mismo tiempo, pedimos un sándwich de salame y queso, a $30, con un Vaso de vino Toro tinto, $10, con soda y hielo, para hacerlo más suave y fresco. Piso de tierra bajo un árbol, mesas de madera, sillas de plástico, esto es una verdadera fiesta popular. Y con la emoción a flor de piel probamos el sándwich, entre sorbo y sorbo de nuestro refrescante vino.

Los precios no están en los afiches, así que le hacemos perder tiempo al mozo (muy gentil, Omar Blanco) preguntando los precios: pancho $20, locro $40, empanadas $60 la docena, sándwich de milanesa $40, choripán $25, pizza de muzzarella $60, hamburguesa $45 con fritas, milanesa a la napolitana con fritas $40.

Shawarma para gauchos

Cuando recorremos el Paseo del Huerto (puestos de ropa, accesorios de todo tipo y humeantes carros de comida, ubicados en las afueras del anfiteatro) hay un fuego que nos atrae. Es el del shawarma de Luciano Drube, un tucumano descendiente de sirios (sus abuelos llegaron en los años de 1940 a la Argentina).

La gente lo ve vestido con túnicas y para. Ve su parrilla vertical y sus carnes maceradas con especias atravesadas por una espada y le preguntan si es picante. Él responde que no. Hace girar la carne sobre el fuego y la corta en tajadas para poner las tiritas sobre el pan pita junto con tomate, lechuga, cebolla, más una salsa ácida bien líquida con más especias, que le da el toque exótico final.

Lo enrolla en pan y ofrece el shawarma ($ 30), que es en fin un sándwich árabe bien sabroso y diferente a lo que los gauchos están acostumbrados. Los que se animan le dan las gracias y siguen su camino. Para los que quieran conocerlo, su puesto esta dentro de la parrilla Tía Victoria, un clásico del festival frente a las vías, que ofrece unas empandas santiagueñas de aquellas. Igual, como nunca, hay varios puestos de shawarma más, dando la vuelta al perro seguro se cruzarán con alguno.

Panchos y papas

Uno de los puestos más concurridos en las afueras del anfiteatro es el de “súper panchos”. A Los chicos les encanta con lluvia de papas y porción extra de papas fritas que llevan de acá para allá en conos de cartón. Cuestan $20 cada uno y el tamaño es realmente importante. Tal vez eso explica la larga cola que se arma en horario pico.

En cuanto a las parrillas, la tradicional Los Muchachuchos, una de las más grandes del festival, propone la porción de cabrito a $100, matambre $80, costilla $70, carne mechada $70, pollo $60, locro $40, tallarines con salsa $45 al igual que los ravioles y canelones. La degustación de parrilla (chorizo, morcilla, costilla, matambre y vacio, todo en pequeñas porciones) cuesta $70. Los vinos, de 30 a 60 pesos.

Vale aclarar que muchos de estos puestos de comidas son campamentos de trabajadores gastronómicos ambulantes, que recorren el país brindando sus servicios en los festivales que se desarrollan a lo largo y ancho de la patria.

Antes de entrar al campo de la Doma, un dato para entendidos: la sangría nevada este año cuesta $30.

Adeeeentro

Adentro del predio, al igual que afuera, no es fácil advertir los precios de las comidas. Hay que acercarse y preguntar. En las parrillas, los precio son más o menos los mismos que afuera: la parrillada cuesta $70, el cabrito $90, el matambre al celofán $70, $80 la docena de empanadas, $30 el chori, $45 el locro y $30 el sándwich de vacío. La Coca de medio litro $20, una cerveza de litro $35, y el vino de la casa $30.

El puesto El rey de las papas fritas, que tiene vendedores dando la vuelta al campo de la doma con llamativos sombreros de papas fritas, cobra la porción gigante a $25. También tiene humita a $40, el choclo con manteca y sal a $20, entre otros bocados. En el local de al lado, la Tortilla (pan) a la parrilla tiene un costo de dos por $35. Hay precios para todos los bolsillos.

Muy cerquita, y entre los expendedores de bebidas, hay otro rey autoproclamado; en este caso El rey de la sangría. El vaso de plástico de un litro cuesta $35, y se prepara con mucho limón y azúcar. La versión "endiablada" lleva vodka y cuesta $40. También preparan melancía (melón con vino blanco, vodka, Gancia y azúcar) a $45 y $25 la recarga. Un dato: venden en promedio 700 litros de sangría por día (las tandas se preparan en un lavarropas a paleta).

Y las noches pasan así, entre sabores bien populares, música y jineteadas. Eso sí, también está el sector vip, el costado más glamoroso de esta fiesta a donde los asistentes pueden pagar entre $580 y $680 la noche por vivir una experiencia diferente en este contexto.

Este año, al igual que el anterior, este sector está a cargo de la parrilla Don Aristóbulo, un emblema de Jesús María. El servicio incluye entrada preferencial al predio, bebidas (vinos y espumosos incluidos) y cortes de cuadril, carré cerdo, matambre, cabrito, chori, morcilla, riñón, chinchulín, molleja, vacío y costilla. La vista al campo y al escenario es realmente privilegiada.

A fin de cuentas, todos lo que viven de alguna u otra manera este festival son privilegiados. Tanto cordobeses como turistas le ponen el cuerpo a una experiencia que no pasa desapercibida y que, para los que todavía no la conocen, seguramente saben que hay que probarla por lo menos una vez en la vida. Es un buen resumen de todo lo que ésta Argentina tiene para dar.

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Una recorrida gastronómica por los puestos de comida del festival de Jesús María puede tener algunas buenas sorpresas. Crónica sobre todo lo que se puede comer y beber en la Doma.

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