Con un año en el mercado, Milk es un referente de la nueva ola de resto bares que buscan cambiar la dinámica del “bar del interior” por la del “bar que puede estar tranquilamente en Palermo Hollywood”.
Esto es: inversión en infraestructura, buena música, buen sonido; un lugar con onda, bien logrado, con una deco original, en este caso vintage, algo oscura y también glamorosa.
El bartender está lookeado con bigotes, camisa blanca y moño negro tras la barra antigua. Eso sí, anda en bermudas y camina sirviendo al público indie que llena el salón un miércoles a la noche cualquiera.
Nos sentamos en el jardín interno y vemos la carta, impresa en papel madera como un cuaderno, con buen gusto por la escritura y el diseño gráfico: tiene pinchos, montaditos, tablas, tacos, ensaladas y cazuelas de molleja o riñones, entre otras cosas ricas.
Hay algo de vinos, mucha variedad de cervezas importadas y una importante oferta de bebidas y cócteles clásicos y de autor. Algo para destacar aquí es que la carta está dividida según la espirituosa elegida como base, con una breve e interesante reseña del origen de cada una.
La moza nos cuenta que los miércoles hay un menú degustación con chefs invitados, acompañados de cócteles de autor, con un precio módico: cinco platos y tres tragos a $ 250 para dos personas. Suena muy bien.
La sincronización
El menú era el siguiente: primer paso de espárragos con crocante de jamón crudo y queso sobre espejo de morrones asados. Segundo paso: langostinos con peras caramelizadas, ensalada de brotes y hojas baby. Tercer paso: carpaccio de conejo y salteado de hongos. Cuarto paso: bifecito al Jerez, calabaza caramelizada y baby puerro. Quinto paso: Frutillas salteadas con aceto y pimienta acompañada de crema helada. Bien en general, aunque con detalles por pulir, sobre todo el empleo de las salsas en cada plato.
Los tres cócteles de autor eran “Isadora Duncan Pear”: vodka, láminas de pera, jugo de limón, té de frutos verdes y espumoso Mumm Extra Brut. “Bella”: Pineral, jerez, frutos rojos, jugo de limón, naranja, pomelo, maracuyá, vainilla y soda. Y, por último, “Sorbete de maracuyá” natural y sin alcohol. Los tres, extraordinarios.
En los papeles todo era perfecto, pero llevarlo a la práctica es otra cosa bien diferente. Hubo problemas de sincronización entre los mozos, la barra y la cocina, así que la degustación fue despareja pero rica en buenas intenciones.
En la dulce espera se acercó uno de los dueños a la mesa y se excusó por la falla, también advirtiendo que era la primera noche de este ciclo de cenas con maridaje. Su presencia en la mesa, más las disculpas necesarias, siempre caen bien en estos casos.
Milk es un buen espacio para salir a comer y a beber. Tiene que corregir este evento para que el placer de visitarlo sea una experiencia integral y de todos los días.